
Eres un misterio,
una llama que aviva felicidad,
una gota de agua en el desierto,
un rayo de luz en la oscuridad.
Eres la alegría de un niño,
la sabiduría de un anciano,
el carisma de un joven
y la sensatez de un adulto.
Apareces en cada sonrisa,
en cada lágrima,
en cada beso de amor.
Revoloteas como mariposa
a mí alrededor.
Cantas como turpial
dulces melodías,
te extiendes en un trueno
que retumba las paredes de la casa.
Te transformas en amigo incondicional,
en luz al final del camino,
en amanecer resplandeciente
y en soledad abrumadora.
Te revelas en una poesía,
en un corazón agitado,
en un alma oprimida.
Conoces mis más intrínsecos pensamientos,
mis secretos mejores guardados,
y aunque muchas veces no te correspondo,
atesoras mi vida
como si fuera tu niña consentida.
Sé que amas y también amo,
sé que lloras y también lloro,
sé que ríes y aunque en mi mundo es difícil,
trato de hacerlo.
Intento escucharte en un trinar,
tocarte en el rocío,
olerte en un jazmín,
verte en unos ojos inocentes.
Sé que estás ahí
y entiende que también lo estoy.
Déjame ser una en tu mundo,
déjame volar hasta alcanzarte.
Foto: Olav Murillo (¡gracias!)
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