jueves, 2 de noviembre de 2006
Guaca

Una estrella fugaz,
una lágrima en el corazón
y una semana llena de Dios
fue el ramo de flores
que aquel lugar me brindó.
La caja de sorpresas
que jamás imaginé
se escondía en un mundo paralelo
hasta que por fin pensé:
-tengo miedo de abrirla,
me asusta lo que pasará
¿qué debo hacer?-
El tiempo fue mi mejor disfraz
hasta que el caparazón se rompió
y emanó de él amor,
comprensión y alegría.
Finalmente esto fue mi objetivo
de cada día.
Quería remendar una sonrisa
en lo rostros de cada niño;
deseaba meterme en la realidad
que nunca viví,
en historias que antes no sentí,
en los corazones con quienes conviví.
La luna hizo gala de su hermosura
junto a una cuadrilla de estrellas
que bailaban al son de la noche
en el salón de fiestas del cielo
y un fuego que encendía pasiones
armó lo que fue
una hermosa despedida
llena de baile y amistad palpitante.
Es muy difícil tener los ojos vendados
y dejarse llevar por alguien más,
pero cuando se aprende a confiar
en nuestro hermano
es como tener el mar en la mano
y no sentir miedo de flotar
y llegar a sus confines;
el vaivén de sus olas ya no asusta
y se convierte en música
para unos oídos cansados
de lo mundano.
El Señor no olvida a sus hijos,
le enseñó a ese pueblo a pescar
para que viviera de ello,
le dio tierra, lluvia y sol
para que plantara frutos
y cosechara hermandad,
y les envía gente noble
cuyos brazos se convierten en alas
para abrazar al necesitado.
La luz de mi interior ya no está apagada
y me gozo en decir que
ahora conozco lo que debí conocer,
sentí la convivencia que debía vivir
y entristecí por lo que dejaba:
Un lugar amado por seres
con miradas lánguidas
pero agradecidos de tener
el firmamento más brillante
y embelecedor

que jamás había admirado.
 
posted by oriana at 7:48 p.m. | Permalink |


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